
Por Álvaro Saura Moreno, Musicoterapeuta
Llegados a una edad, las personas vamos perdiendo facultades y cosas que antes podíamos hacer sin ningún problema se vuelven una tarea difícil de realizar. Conducir, mantener la casa ordenada y limpia y toda una serie de rutinas se vuelven cada vez más y más problemáticas. Esta realidad a veces es malinterpretada por nuestra parte, provocando una sensación de que ya no servimos para nada, que somos un problema, un estorbo. Las personas en los primeros estadios de una demencia degenerativa, así como personas que han sufrido algún accidente cerebro-vascular con daños irreversibles, son perfectamente conscientes de que algo ya no funciona como antes.
Sin embargo, quizá donde se está cerrando una puerta, se está abriendo una ventana al mismo tiempo. La musicoterapia está destacando como una potente herramienta para ayudar al bienestar completo de nuestros ancianos. A través de propuestas creativas como la herramienta que hoy presentamos, el Songwriting (en inglés “Escritura de Canciones”), podemos traer de vuelta la atención sobre las posibilidades y apartarla de las deficiencias (Leung et al., 2015).
En grupo o en solitario junto con el musicoterapeuta, los usuarios trabajan para crear una canción. Esta puede tener temáticas muy variadas: reflejar la emociones o pensamientos de una persona, criticar o llamar la atención sobre algo, la canción puede ser una despedida a un ser querido o incluso una oda de amor para ese noviazgo veraniego ocurrido muchos años atrás. La figura del musicoterapeuta está ahí para ayudar en todo el proceso, desde la creación de las letras, a la elección de la música, pasando por los ensayos. A veces se puede grabar la pieza para tener un recuerdo material de ella.
Sin embargo, y aquí reside su valor terapéutico, es el recuerdo inmaterial de la canción el que nos ha sorprendido como musicoterapeutas, pues meses después de la creación de estas canciones, las personas las siguen recordando, con cariño además, así como del proceso en el que intervinieron y en el que crearon algo nuevo. Estas son sus palabras:
“Después de esto ya no me siento tan mayor. La cabeza se pone a trabajar un poco, va bien. Me siento más alegre, más útil”. José
“Lo hicimos con mucho cariño, estábamos muy ilusionados con hacer la canción». Cándida
“Me siento muy bien y contento cantando mi propia canción. Todos aportamos para que saliera adelante». Salvador
Se abre aquí un interesante campo para la investigación: ¿Puede un elemento artístico creado en los primeros estadios de una enfermedad neurodegenerativa ayudar a frenar el avance de ésta? ¿Puede servir como indicador del estado cognitivo de una persona según avanza el deterioro? Más hacia
el nivel personal de cada individuo, ¿cómo afecta al bienestar y a la salud psicológica de una persona el realizar una tarea creativa y completarla, compartirla, sentirla como suya? Es importante recordar que en este tipo de investigaciones fenomenológicas cualitativas, es importante resaltar la experiencia vivida por las personas que forman parte del estudio, como resalta la profesora Felicity A. Baker (Baker & Stretton-Smith, 2017):
“Debemos dar [a las personas mayores] la oportunidad de compartir sus pensamientos y emociones, desde su perspectiva, porque las voces de las personas con demencia son notablemente ausentes en las investigaciones, y sin embarga son estas mismas voces la más importante contribución.”
Referencias
– Leung, P., Orrell, M., & Orgeta, V. (2015). Social support group interventions in people with dementia and mild cognitive impairment: A systematic review of the literature. International Journal of Geriatric Psychiatry, 30(1), 1–9. doi/10.1002/gps.4166
– Baker FA, Stretton-Smith PA. (2017). Group therapeutic songwriting and dementia: exploring the perspectives of participants through interpretative phenomenological analysis. Music Therapy Perspectives, 36:50–66. doi: 10.1093/mtp/mix01